El reto de facilitar nuestra partida
Planificar el propio funeral es concretar lo que podríamos denominar nuestros deseos funerarios, es decir, las elecciones, las decisiones y las reflexiones personales que nos gustaría que se respetaran después de nuestro fallecimiento.
Estos deseos van desde el guion de la ceremonia funeraria (productos funerarios incluidos) hasta los pequeños detalles pasando por cómo queremos la gestión del cuerpo fallecido.
Estar preparado para despedirnos en cualquier momento es uno de los mayores regalos que se puede hacer a los seres queridos más cercanos.
Cualquiera que haya tenido que participar en la organización de un funeral de una persona que no ha dejado instrucciones claras, sabrá que no sólo es estresante.
Entre la intensidad emocional del momento por la pérdida de un ser querido y la presión comercial de la funeraria no es nada fácil.
La no previsión puede que incluso lleve a que acabemos seleccionando elementos contrarios a la voluntad del fallecido.
Nadie mejor que nosotros mismos sabe aquello que queremos
Cuando uno es joven y está en plena forma no tiene entre sus prioridades pensar en los detalles de su ceremonia funeraria.
Ninguno de nosotros conoce la hora exacta o la naturaleza de nuestro fallecimiento. Así que una buena opción es diseñar o pensar cómo nos gustaría que tuviéramos una despedida con corazón.
Cierto que muchas personas pueden pensar que poco importa ya que cuando uno está muerto. Sin embargo, lo que hagan con su cuerpo puede ser con mayor o menor impacto ecológico.
Por otra parte según cómo sea el rito funerario, ya sea religioso o laico, con flores o sin ellas, con música o simplemente unos parlamentos facilitará o no el duelo de los que quedan.
Un acto de amor del fallecido
En medio de la tristeza por una pérdida, el fallecido es quién mejor sabía qué regalar a las personas que dejaremos.
En este sentido basta un simple documento firmado que indique nuestros deseos en detalle sobre cómo queremos nuestra ceremonia funeraria (proceso y elementos).
Es cierto que todavía no existe un documento legal para garantizar que se respeten estas voluntades sobre la ceremonia funeraria. Pero la cuestión está ya en el debate público de algunos países europeos.
Cada vez más personas son conscientes que algo tan íntimo como es la despedida funeraria no puede estar en manos de alguien ajeno a nuestras sensibilidades como es el personal de la funeraria.
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